Entrevista a un monje y maestro hinduista
Swami Satyananda, monje y maestro hindú. Barcelona 18-11-24 / Mireia Comas
Swami Satyananda: «Uno debe de ser lo máximo no-violento, pero hay violencias inevitables»
Swami Satyananda Saraswati, de origen Francesc Sastre Vidal, nació en Granollers en 1955, pero pasó treinta años recorriendo la India, buscando caminos y encontrando maestros. Swami significa en sánscrito señor de uno mismo, pero también se usa para designar, simplemente, señor o dueño. Satyananda es señor por naturaleza. Señor de la propia felicidad. Señor de rutas de meditación, de autoconocimiento, que explica a quien se lo pide, a quien quiere saber. De vuelta a Cataluña, estableció una comunidad en L’Ametlla del Vallès que ahora ha trasladado a Zamora, «que es la zona menos poblada de España». Allí imparte el shivaísmo de la escuela de Cachemira y el yoga. Fundador de la asociación Advaitavidya y de la editorial del mismo nombre, ha publicado numerosos libros -en castellano y en catalán- sobre hinduismo, silencio, meditación y plenitud. El silencio es una virtud necesaria que lo acompaña, pero Swami también sabe romperlo. Con paciencia y contundencia. No en vano es una referencia entre los hinduistas y los que quieren buscar y buscarse.
¿Swami Satyananda. Cuál es su nombre de verdad?
Swami Satyananda.
Quería decir el de pila, el de origen, que ya entiendo que ahora ya no es…
De nacimiento me pusieron Francisco de Asís, pero luego lo pasé a Francesc. Francesc Sastre Vidal. Yo era católico. En la España donde nací todos eran católicos. Nací en el año 55 y no había opciones de elegir religión. La familia no era especialmente católica, pero socialmente sí lo era.
¿Y por qué? No el cambio de nombre, el cambio de vida… ¿Usted era católico de familia? ¿No practicaban el catolicismo con intensidad?
No. Ni con intensidad ni sin ella [sonríe].
¿Cuándo se sintió atraído, llamado, por el hinduismo?
A los quince años en una clase de religión el cura -que supongo que era bastante abierto- nos habló de distintas religiones. Nos trae un Tao Te King, nos trae un libro de Confucio, nos trae una Bhagavad Gita. A mí me llama, me deja este libro, lo leo y quedo fascinado. No por lo que entiendo, sino por lo que no entiendo. Por la profundidad que percibo que hay allí. A partir de ahí, busco, aunque en España en aquella época había pocas cosas publicadas, medito, al cabo de un año hago yoga y a los veinte años tengo una necesidad intensa de encontrar un maestro y profundizar. Y me voy hacia la India. Y esto, en el año 75, cambia mi vida.
Usted sabe que unos años antes, en el Reino Unido, en Estados Unidos, se había puesto de moda el budismo y el hinduismo. Ponen de moda estas religiones una serie de gente de vida cómoda, esnobs, para entendernos…
Podía ser una huida, sí, podía ser una búsqueda, sí, pero, en cierta manera mi historia pertenece a ese momento. Yo hice el viaje a la India por tierra. Un viaje bastante difícil. Tardé dos meses en llegar. Había gente que volvía. Algunos transformados, otros muy mal, que no lo habían pasado bien allí, pero gente muy interesante. También estaba el Magic Bus, que salía de Londres o de Ámsterdam, estaban las drogas… Había todo ese movimiento, pero también había una búsqueda espiritual. Posiblemente, inducida también por la psicodelia, que había abierto otros espacios, otras concepciones de la realidad. Pero, claro, toda droga sube y baja, y había personas que buscaban algo más estable y derivaban hacia el hinduismo, hacia el budismo.
Es la época de George Harrison, de su My Sweet Lord y Hare Krishna…
Exactamente. Y antes, del concierto de Bangladesh, de todo aquel movimiento, de la sesión de meditación trascendental de los Beatles con el Mahesh Yogi. Toda aquella burbuja, que se quedó en nada, pero algunas personas -yo conozco bastantes amigos de aquella época- encontraron allí su sentido de la vida. Tuvieron una transformación muy grande.
¿Qué encontró usted?
Yo encontré un maestro después de dar vueltas y más vueltas, de probar muchas cosas. Encontré un maestro con el cual, con su proximidad, entro en algunos espacios dentro de mí de plenitud, de paz, de armonía… Un nuevo sentido. Un nuevo sentido a mi existencia. Una realidad en mí que no era la mente, ni la emoción, ni el concepto… Algo más profundo. Y siempre presente.
¿Esto lo puede conseguir todo el mundo?
Esto lo puede conseguir todo el mundo, porque está en todos. Pero pasa que el ser humano está muy identificado con la mente. El ser humano es el hombre mente. Somos lo que pensamos. Pero ¿y más allá del pensamiento? ¿Y más allá en este gran silencio que existe anterior al pensamiento? Este es el hilo que lleva hacia otro espacio, que no es comprensible para quien no lo ha vivido, que es dudable para quienes niegan cualquier otro hecho de otra dimensión, pero que existe.
El hinduismo obviamente se sigue en la India. ¿Cuánta gente lo sigue de verdad allí?
Que lo sigue, entre comillas, allí, sí, mucha gente. Es mayoritario.
Hablamos, pues, de más de mil millones de personas…
Tranquilamente.
¿Pero cuánta gente lo siente, lo sigue, realmente, en profundidad?
Yo diría, suponiendo que el ochenta por ciento de la India sea hindú, que es un poquito menos porque hay el veinte por ciento de islam, y hay también budismo, sijismo, jainismo, etcétera… La mayoría, pero, lo seguiría un poco por la superficie. Celebrarían las fiestas, irían a los templos, visitarían algún lugar sagrado, harían algún ritual, pero después está el proceso yóguico, el proceso de autoindagación, que requiere una disciplina, una forma de vivir, una concepción… Esto es muy minoritario.
Como pasa con el catolicismo. Quizás el islamismo es otro caso. En este sentido, ¿falla la religión o fallan las personas? Usted debe sentirse en posesión de una cierta verdad o de la verdad. Cuando el hinduismo no llega a toda esta gente de una manera intensa, ¿qué falla aquí?
Yo no creo que falle nada. Ahora, en primer lugar, yo no me siento en posesión de ninguna verdad. [Sonríe]. Este camino me ha hecho feliz, me ha dado plenitud, lo he enseñado a mucha gente y he visto que ha habido una transformación… Es una forma de entender la vida para mí válida, muy antigua también, milenaria… Pero que no todo el mundo tenga este interés o esta capacidad quiere decir que las religiones fallen. Es que las religiones son visiones diferentes, son caminos diferentes. Hay quien se interesa más y hay quien se interesa menos. No todos somos iguales y no todo ha de funcionar de la misma manera. Sería terrible que todos fuéramos nacionalcatólicos, por ejemplo, o que todos fuéramos hindúes al cien por cien. El ser humano es variedad y todo el mundo tiene una mente diferente.
Ha dicho la palabra felicidad. ¿El objetivo del hinduismo -de usted mismo- es que las personas sean felices?
Creo que este objetivo es inherente en todo ser humano. En cierta manera en todo lo que hacemos detrás hay la búsqueda de una dicha, de una felicidad, de una plenitud. Esto está detrás de todo. Y esto está tanto detrás del que medita como del que corre en moto. Quien corre en moto, porque con la descarga de adrenalina siente un gozo. Y más gozo aún cuando gana. Más que nada, este camino sería el del autoconocimiento. Saber quién soy. Saber quién soy en profundidad. No soy únicamente un cuerpo.
¿Y por qué la mayoría de los indios, que viven allí y que tienen esta posibilidad al alcance, se decantan por soluciones más fáciles y superficiales?
Quizás porque el mundo lleva a ello. Hay unas eras, unos ciclos cósmicos. Y ahora en este ciclo cósmico hay mucha dispersión, mucho ir hacia fuera. Se habla de eras anteriores donde el ser humano estaba mucho más en sintonía con este sentido de sacralidad del interior. Pero es así. El mundo es disperso, variante. Ahora es una cosa, después será otra.
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¿Se resigna usted? Como cada era marca unas tendencias, una manera de hacer, podemos caer en el determinismo y pensar que no podemos hacer nada…
Podemos aceptar lo que pasa -y esto nos ayuda-, pero uno tiene que luchar por lo que cree. Si yo me resignara, no habría venido a Barcelona a dar conferencias o cursos. O a hablar con gente que está en este camino, a intentar ayudar a personas que están en él… Yo pienso que uno tiene que estar en la acción y en la voluntad firme de aquello que considera que es lo mejor.
¿Un monje hinduista es como un cura católico? ¿Es proselitista? ¿Busca atraer gente hacia su fe?
No. Pero cuando se le pide… En mi caso, siempre que me piden enseñar he enseñado. Dar a conocer un conocimiento, sí. Pero claro, si no haces de alguna manera que la gente se entere, ¿cómo quieres que venga?
¿Eso le separa a usted de las religiones monoteístas, que son más intransigentes, que consideran que tienen la verdad revelada y que siempre quieren aumentar los fieles?
Hay una brecha muy grande entre las tradiciones abrahámicas o monoteístas y las tradiciones digamos más paganas, las tradiciones antiguas. Porque las primeras tienen la verdad, tienen el Salvador, el libro, y quieren que toda la humanidad vaya hacia allá. De forma, a veces, muy intransigente. Por eso en la India hay conflicto entre el islam y el hinduismo. Los cristianos… Hay cantidad de dólares que llegan a la India para convertir a la gente. Son dos concepciones diferentes de la vida y de la espiritualidad.
El conflicto entre islamistas e hinduistas en la India se podría llegar a entender por la intransigencia de los primeros, pero, siguiendo esta regla, el conflicto entre hinduistas y budistas no se entiende tanto… Las dos tradiciones son antiguas y parten de bases más similares, y también han tenido conflictos y enfrentamientos…
No. No han tenido enfrentamientos. Han tenido debates. El budismo va desapareciendo de la India o se va volviendo más marginal después de grandes debates en que el hinduismo vuelve a coger mucha fuerza. Pero sobre todo a raíz de la invasión del islam, que destruye las grandes universidades budistas y mata miles de monjes. Este es el punto débil del budismo. Todo viene de aquí. Ahora tenemos templos budistas y al lado hay uno hinduista. Tenemos antiguas cuevas, en Ellora o en Ajanta, donde hay una al lado de la otra. La budista y la hinduista.
Pasa igual en Japón entre el sintoísmo y el budismo…
Exacto. Yo pienso que el budismo y el hinduismo indios conviven muy bien. No solo eso. En tiempos modernos -creo que fue en el año 49-, cuando China invade el Tíbet, la India acoge a los budistas. Gracias a esto hay los refugios en Dharamsala en Mysuru, al sur. Y pueden vivir en paz en la India. El dalái lama tiene un gran respeto por la India. También pensemos que el budismo es un hijo de la gran tradición hindú. Buda es un guerrero hindú que decidió no basarse en los Veda. Se basó en la propia experiencia y aquí creó una escuela, muy similar a la espiritualidad hindú.
¿Usted debate con los budistas para demostrar que es usted quien tiene la razón?
No. Me gusta el debate por el gozo de ver diferentes visiones, pero tener la razón no es importante. Lo que tiene que encontrar uno es el propio camino. La razón es solo la razón. Si a usted le llena el budismo, ¿por qué he de intentar convencerlo yo?
Por estos lares en la Edad Media tenemos una figura del pensamiento muy importante, Ramon Llull, gran propagador de la fe cristiana, que miraba obsesivamente de convencer a los musulmanes de su error…
Sí. Incluso san Francisco de Asís se embarcó hacia Egipto para convertirlos.
A usted, pues, esta tendencia le tendría que venir del nombre… [Ríe].
No hay tal cosa. En el mismo hinduismo hay cientos de caminos diferentes, con diferencias muy importantes. Estamos acostumbrados.
¿Se pelean los unos con los otros?
Jamás. En todo caso, hay debates, pero felizmente yo he convivido con monjes de diferentes tradiciones hindúes y todos estamos contentos de serlo.
¿Pecan de vanidad ustedes?
¿Vanidad? ¿En qué sentido?
En el sentido de pensarse que saben mucho, como monjes o maestros, y de sentirse halagados cuando la gente se lo reconoce.
Eso es una debilidad humana. Ser reconocido puede ser agradable, pero si la felicidad depende de que te reconozcan, puedes pasarlo muy mal. Y más siendo hindú en España.
Siendo tan duro, la primera pregunta que se deriva es obvia e impertinente: ¿Usted de qué vive? ¿De esto se puede vivir aquí? La segunda sería preguntarle por las dificultades que supone ir vestido así, con este credo, estas sensibilidades, ante la incomprensión general.
En este momento hemos creado una comunidad. Estábamos en Cataluña, en l’Ametlla del Vallès, y después nos hemos movido a Zamora, que es la zona menos poblada de España. Vivimos allí en comunidad, hacemos nuestras prácticas y viene bastante gente, a los retiros, a las actividades, a las estancias, donde hacemos ciertas recitaciones, meditación, yoga, enseñanza, grupos de estudio… ¿Cómo vivo yo? Con un horario más o menos estricto, de práctica y de enseñanza. Las personas que vienen también entran en este estilo de vida. Es como un monasterio sin monjes -hay uno, pero no hay más de momento-, de formación interior, de autoconocimiento…
En nuestros monasterios, esparcidos durante la Edad Media, los monjes oraban -todos- y había quienes evangelizaban, predicaban -unos cuantos-, pero había también quienes se dedicaban exclusivamente a mantener la comunidad: sembrar, cosechar, criar animales… Había incluso quienes guerreaban. Es decir, se repartían los papeles. ¿Ustedes no?
Y tanto. Sí, sí. Tenemos un huerto grandioso.
¿Y usted trabaja en él?
A veces. Pero pasa que tengo mucha más tarea enseñando o respondiendo mensajes. Ojalá. Me gustaría trabajar en el huerto y lo hago poco, pero sí, sí, casi toda la comunidad trabaja en el huerto. ¿Por qué? Porque también queremos ser lo máximo autosostenibles. Tal como está el mundo generar una pequeña comunidad que se pueda sostener hasta cierto punto – energéticamente, a nivel de comida, porque somos vegetarianos…- es importante. Una gran parte de lo que comemos viene del huerto.
¿Por qué son vegetarianos?
Esto nos viene del concepto de la no-violencia. Si puedes vivir comiendo lentejas o garbanzos, combinándolo bien con los cereales, ¿por qué has de matar una vaca o un cerdo? Viene del respeto a los otros animales, sobre todo. Y también porque ciertos alimentos propician más una quietud mental que otros. Hay alimentos que activan más la mente y otros que no lo hacen tanto.
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Con esto se adelantaron a todas las teorías dietistas que aquí han tomado auge sobre todo en los últimos años, desde un punto de vista médico, no espiritual.
Médico o a veces no se sabe muy bien qué. De la Agenda 2030… No sé cómo nos engañan. No. Es otra cosa.
Visto desde fuera, hinduistas, budistas, sintoístas, parece que ustedes aspiran a vivir al margen del mundo y de sus conflictos. Antes hablaba usted del dalái lama. Nada de violencia en el Tíbet, resistencia pasiva, pero mientras tanto la ocupación se mantiene y se va produciendo una sustitución étnica… Ustedes no están por los conflictos, pero parece que a veces el conflicto es inevitable.
El conflicto en este caso es inevitable. Nadie vive en otro mundo. Tanto vive en este mundo el monje, a su manera, como el guerrero, también a su manera. El mundo tiene muchas maneras de ser vivido. El hinduismo no es como el budismo. No tomaría la opción que tomaron los tibetanos de no hacer nada, salvo los khampas, que sí que lucharon. Es una historia preciosa, la de los khampas. El hinduismo contra el islam luchó, guerreó, durante cien años. Hasta el siglo X, aunque el islam ya había tocado la India, solo pudo conquistar Afganistán, porque era budista. Pero en el resto los guerreros lucharon y lucharon y lucharon. Continuaron guerreando hasta que echaron al islam. Después entraron los ingleses y ocuparon la India. Fueron muy hábiles en esto. Pero este espíritu de no-violencia absoluta… eso no existe en el hinduismo. Esta es una concepción gandhiana, moderna, que no está basada en las raíces del hinduismo.
Pero ustedes han hecho suya esta concepción de la no-violencia…
No. Creo que uno ha de ser lo máximo no-violento, pero hay una violencia a veces inevitable. Si yo veo a alguien que ataca a un niño pequeño, ¿qué hago? No puedo quedarme mirando y diciendo «yo no soy violento». He de defender a ese niño.
La introspección, la meditación trascendental, ¿no conllevan que tú te alejes del mundo, de sus problemas?
Eso piensa mucha gente. Pero ¿hacer puenting o irte a la discoteca no es también evadirte de ti mismo?
Seguro, pero no tiene apariencia religiosa, una pretensión trascendental. Son distracciones, entretenimientos, puntuales. Usted cuando hace yoga no practica la distracción o el entretenimiento…
No. Practico una atención hacia unos espacios. En el yoga decimos que hay unos diferentes bhumis o diferentes planos dentro de nosotros que vamos descubriendo. Y esto es un viaje apasionante. Hacer esto encuentro que tiene mucho sentido, me llena de sentido. Y no es separarme del mundo. El mundo también es esto. El mundo es lo que nuestra mente nos dice que es. No está más en el mundo el que mira la tele y se cree todo lo que le dicen como el que vive en el campo. Dicen: «¡Oh, no se entera de nada!». No, no. Este señor también tiene su mundo.
Si tuviera que explicar qué es el yoga a alguien que no sabe nada, ¿cómo lo definiría?
Yoga es una serie de métodos de autoconocimiento para ir llegando a una realidad contigo mismo que está más allá de la mente, de los conceptos, del pensamiento y de la emoción. Hacia un silencio-plenitud en que descubres una cosa en ti inefable.
¿Y si lo que encuentro allí no me gusta, qué pasa?
Eso no ha pasado nunca.
¡¿No!?
[Sonríe]. Sí, porque cuando haces este viaje, el señor Sanchis desaparece. Exactamente desaparece. Llegas a una consciencia, a una plenitud. Entonces cuando recuperas al Sanchis tienes otra fortaleza, como una columna interior de luz, de haber visto lo que eres realmente.
¿Esto le pasa a todo el mundo de la misma manera? ¿O hay quienes tienen más facilidad para llegar?
Hay gente que tiene más facilidad, más propensión, que pone más la energía. Esto no es un «ya te lo explico y mañana mismo te pasará». Esto quizás son años de práctica. Has de amarlo, porque es un camino. Te engañaría si te dijera que es muy fácil. No. Es un camino arduo, que requiere un esfuerzo y una disciplina. Pero el fruto es inmenso.
La gente que practica el yoga se ha multiplicado. Al principio muchos lo hacían por esnobismo, pero ahora se ha ido popularizando, incluso diría que por cuestiones de salud… ¿Todavía hay quienes se añaden pecando de esnobismo?
Si pecan de esnobismo o no, no lo sé. Pero… De esto he escrito un libro recientemente y he dado conferencias… El yoga no se puede quedar en la postura ni en la respiración. Eso es solo coger la corteza. El yoga ha de llevar a un camino de autoconocimiento mucho más profundo. Ahora todo el mundo va para sentirse un poco mejor… El yoga no estaba hecho para la salud. No estaba hecho para la relajación. Estaba hecho para el autoconocimiento. Y en los textos más antiguos casi no se habla de posturas. A lo sumo, de dos. ¿Por qué? Para meditar. Si el yoga te lleva a la meditación y la meditación te lleva al silencio y el silencio al autoconocimiento, ¡clac! [Golpea el pulgar con el corazón], este es el hilo antiguo del yoga. No solo ser más flexible… El tatuaje, los vestiditos estos que se ponen, eso es muy externo al yoga. Entonces pasa que el yoga ahora peca demasiado de esta corporalidad que nos invade por todas partes.
Ya que habla de signos externos, los curas y los monjes católicos en la calle han ido evitando usar los hábitos, una ropa diferente, para identificarse, para identificarse y diferenciarse de las otras personas. Usted lleva hábitos hinduistas. ¿No sería mejor vestirse como los demás?
Correcto. En primer lugar, nosotros somos como los demás. Lo que cambia es el vestido. Hoy he preguntado a mis asistentes: «¿Me visto de oficial o voy con los pantalones?». [Reímos]. Pensando que los pantalones, aunque sean de otro color, de color granate, acercan. Y le seré franco, por la calle voy vestido con los pantalones, porque, si no, entras en una farmacia a comprar un cepillo de dientes y la dependienta se queda mirando durante un rato antes de preguntarte qué quieres. Para evitar este gap, esta diferenciación, entonces me visto como otra persona. Pero no cuando enseño. Cuando enseño cojo el vestido oficial.
Antes ha hablado de ello. ¿Qué piensa usted hoy día de las religiones monoteístas? ¿De los cristianismos, del judaísmo o del islamismo?
El judaísmo se está peleando en Palestina, muy a su estilo… El catolicismo se está volviendo un humanismo -Agenda 2030-, que pienso que hay muchos católicos que dicen: «Esto no se corresponde con la enseñanza de los padres de la Iglesia, sino que nos estamos apartando»… No sé hacia dónde va la Iglesia… El islam francamente puede ser un problema muy grande para Europa. Para Europa, para la India y para muchos países, porque el islam está tomando mucha fuerza, está creciendo, y el islam es o el islam o un problema.
Cuando el islam se convierte en un problema, ¿cómo se combate este problema?
¿A nivel personal, a nivel colectivo?
A cualquier nivel. Personal, social, internacional…
A nivel de Europa, yo creo que Europa debería velar que, si quiere seguir con sus tradiciones, con sus concepciones democráticas, con su valoración de la mujer, con la libertad de poder criticar cualquier figura histórica, debería poner un freno al islam, tanto poblacionalmente como culturalmente. Que la visión islámica de la vida no nos invada porque es diferente de la nuestra. Es muy diferente de la nuestra.
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¿No es paradójico que un monje catalán hinduista diga que es el islam no es nuestra visión? Tampoco lo es el hinduismo…
Las tradiciones indoeuropeas, de las cuales el hinduismo es quizás la única viva, son mucho más cercanas al corazón de un catalán que no cualquier tradición abrahámica, que vienen del desierto y son otra concepción. «Un pueblo elegido», dice curiosamente. Dios elige un pueblo y a partir de allí hay una revelación… Aquí todo esto no existe. Aquí hay un camino de búsqueda. Y si vamos a la Grecia antigua, a la Roma antigua, el respeto que estos sabios tenían por la India -sabían que esta sabiduría venía de Egipto, de la India- era importante. Estamos más unidos a estas concepciones que no a las tradiciones abrahámicas. Por cierto, llevamos 2.000 años bajo ellas.
¿Se ha leído los evangelios?
Sí.
¿No encuentra en la figura de Jesús -y aún más, en los dos más antiguos, el de Marcos y el de Mateo- un cierto espíritu hinduista, budista?
Sobre todo, en el de Juan. En el evangelio de Juan parece que hay una influencia… posiblemente budista. O quizás hinduista, no lo sé bien. Hay cosas…
¿Lo habla usted con teólogos católicos? La religión católica es cristiana, también abrahámica, pero creo que hay un punto de conexión con estas otras tradiciones en lo que es y que predica Jesús…
Sí, pero el hecho de que te tenga que salvar alguien que nació hace 2.000 años es extraño. Es una superstición extraña para mí. Eres tú mismo quien te ha de salvar… Pero, primeramente, no hace falta que te salves de nada. Has de conocerte. La concepción es diferente. Hay diferencias grandes. Pero sí que he estado y he participado en diálogos en la India entre católicos e hindúes. Lo que pasa es que en estos diálogos -y yo era bastante amigo de Raimon Panikkar- siempre se quiere llegar en estas cuatro cosas en que estamos de acuerdo y no se tocan las dieciséis en que no estamos de acuerdo. Yo siempre lo encontraba demasiado superficial, decía lo que no se tenía que decir y entonces no me invitaban más.
No me extraña. Si usted se encuentra con católicos más duros, o más coherentes, y dice lo que dice, entonces ya ni lo invitarán.
Totalmente.
Ha de hablar con católicos más porosos. Y los porosos siempre buscarán qué les puede unir a usted, no aquello que les puede enfrentar.
Enfrentar, no. Pero está bien ver las diferencias, para comprendernos. Hemos de ver aquello que no compartimos, para valorarlo, para entender la diferencia. Nadie tiene la verdad, bueno, ellos quizás sí, creen que tienen la verdad…
La verdad revelada, además.
Entonces, esto te pone en una situación extraña. El otro tiene la verdad y tú, no. No es un diálogo fácil. Aunque a mí el diálogo con gente que piensa diferente me gusta mucho más que no con gente que piensa igual. Este reto… Ojalá que me convenzan de alguna cosa nueva…
La gente que no sigue este camino del autoconocimiento, ¿qué se pierde, pierde oportunidades, se pierde ella misma?
Perdería oportunidades si quisiera seguir este camino. Pero si quiere seguir otro, su camino, no.
¿Se equivocan siguiendo otro camino?
No se equivocan. Todo el mundo sigue aquello que quiere hacer. ¿Por qué nos hemos de equivocar?
Si ustedes tienen una concepción diferente del autoconocimiento, de la trascendencia, y creen que es la correcta, quien no sigue el camino que ustedes indican se pierde este autodescubrimiento… Se pierde otra vida, se equivoca, pues…
No, no. No hay ni equivocaciones ni pérdidas de vida. Estas personas eligen, por su libre voluntad o por sus impulsos, seguir otro camino y tener otra serie de experiencias. ¿Quién sabe cuál es su camino? Quizás no es el mío. Hay muchos. Puedes decir que no sigue mi camino, que ahora se ha perdido, pero puede encontrar otro mañana pasado. Bien, perfecto.
¿Cuál es el sistema político que más se acerca a su manera de entender el mundo?
Iríamos a la república de Platón.
Se va muy lejos…
Ya. Sería el gobierno de los sabios.
¡Eso les favorecería a ustedes!
¡Atención! Ser monje no quiere decir ser sabio.
Bastante, ¿no?
O no.
El gobierno de los sabios es el despotismo ilustrado.
No tiene por qué. Uno es sabio porque está en armonía con el orden del cosmos. Si no, no es sabio. Si no está en armonía con él mismo, no tiene nada de sabio.
¿Quién decide quién es sabio y quién no? ¿Un sistema democrático?
Si la gente es sabia para elegir, sí. Si la gente tiene suficiente sabiduría para elegir…
¿Y si no, se establece una dictadura de los sabios?
No. ¿Por qué dictadura?
¿Quién decide quién es sabio? Querrán decidirlo ellos y ellos querrán mandar precisamente porque son sabios.
Ellos no quieren mandar.
Pues, usted quiere que manden. Me dice que sería el mejor sistema de gobierno…
Sí, pero los sabios nunca quieren mandar. Si alguien quiere mandar, no es tan sabio. El sabio mandaría si se lo pidieran. «Por favor, ayúdenos a llevar un gobierno». Este sabio debería tener un grupo de gente bien inteligente en diferentes aspectos que pudiera llevar la sociedad, pero sobre todo que no trabajara para él ni para ningún partido, sino por el bien de la gente. Eso hace años que no pasa.
Eso dicen todas las ideologías, todos los partidos, todos los dirigentes…
Eso dicen, sí, pero hace años que no vemos tal cosa. Se trabaja para lobbys, se trabaja para ideologías. Raramente no se trabaja por el bien del pueblo.
¿Ustedes hacen política, pues?
¿Nosotros? No.
Estas opiniones, que podrían consideradas políticamente incorrectas o antidemocráticas, son hacer política. ¿Quieren hacer el mundo mejor o no?
Que este swami hable de política, porque pienso que en el mundo se ha de hablar de todo y la política nos la encontramos constantemente, no quiere decir que todos los monjes hagan política. Algunos no saben ni…
No quieren saber nada, pero otros, usted mismo, sí.
Bueno, a mí el mundo que me rodea me interesa. El mundo es interesante. Y más ahora.
¿Le gustaría cambiarlo?
Sería muy interesante cambiarlo. Y tanto.
¿El hecho de mirar de cambiarse uno mismo no excluye querer cambiar las pautas de conducta colectiva?
Por el hecho de cambiar tú mismo estás cambiando el mundo. El mundo cambia en la medida en que tú cambias. Tu acción, tu palabra, tu ética, tu nobleza, eso va creando un nuevo mundo. Querer cambiar el mundo con ideologías raramente funciona. Es el cambio interior profundo de la persona -es la persona noble- quien cambia algo en el mundo. Cambiando de partidos no iremos a ninguna parte. Además, estamos, tanto el liberalismo como los partidos socialistas y comunistas, en el homo economicus. Es el hombre económico. Es el hombre que paga impuestos, el hombre que ha de producir… Si no se sacraliza un poco más la visión de la humanidad, si pensamos que la vida no tiene más sentido que producir y tener un cierto bienestar, pienso que se nos escapa lo más esencial. El hombre no vive solo por la materia. Vivimos para una cosa más sagrada. Pero lo que pasa es que estamos en un momento en que esto se ha difuminado. Entonces es muy difícil encontrar soluciones en este momento actual. Porque se buscan desde la periferia.
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¿El mundo va a mejor o va a peor?
Estamos en un momento bastante empeorado. Yo vivo desde el año 55. Le diría que los años sesenta -o los setenta- quizás fueron más felices que ahora. Noto que hay más suicidios, más problemas mentales, los jóvenes… Yo veo jóvenes con muy poca esperanza de lo que les viene a la vida. Nosotros, parecía que teníamos que cambiar el mundo. Los que estaban en política parecía que lo cambiaban; los que no, parecía que lo cambiaban de otra manera. Ahora hay como… También porque estamos mucho más controlados. Hay lobbys muy poderosos, muchas cosas no las puedes decir y creo que se nos va…
¿Qué no puede decir usted, por ejemplo?
Yo puedo decir todo si quiero, pero hablo de los medios de comunicación. Vemos muchas cosas que no se pueden decir. Cada vez hemos de ir con más cautela, no fuera que ofendiéramos al lobby…
Eso es la corrección política, la corrección que impone una cierta izquierda woke…
Exacto.
Pero eso son las estrategias de una cierta izquierda occidental, norteamericana en origen…
Esta estrategia ha infectado a muchas personas que ya no dicen aquello por no molestar aquí, no molestar allá, porque entonces me sacarán… Y pienso que la gente se expresa mucho menos que antes.
Ya que hablamos de esto… ¿Se puede ser monje y ser mujer?
Las hay.
¿Muchas o pocas?
Hay menos que hombres.
¿Por qué?
La mujer tiene otra constitución. La mujer es madre y en el hinduismo esta parte de la mujer como madre es muy importante, pero hay mujeres monje, sí.
Eso que acaba de decir, ya se lo puedo decir, es políticamente incorrecto.
[Sonríe]. ¿Corto? ¿Cortamos, por favor?
No. Solo se lo comento.
En la concepción hindú la maternidad de la mujer es… A ver, si no hay hijos, la sociedad, el dharma, el hinduismo, todo, desaparece. La maternidad, pues, es una parte importante de la mujer. Sí que hay monjas, pero hay menos.
¿Tienen el mismo estatus, las mismas responsabilidades?
Sí. Todo igual que los hombres.
¿Y usted considera que el hecho de la maternidad explica que sean menos? ¿O es un error llegar a esta conclusión porque hoy en día la maternidad se puede llevar de otra manera y ser compartida o la puede llevar un hombre?
No. La maternidad la ha de llevar una mujer. Eso no lo veo tan claro. Creo que el efecto de la madre sobre el hijo o la hija, amamantarlo, cuidarlo durante un año… Me parece que es vergonzoso que el gobierno dé tan poco tiempo a la madre para cuidar al hijo. Se dedica muy poca atención a la mujer y a su hecho extraordinario, que es dar vida. Entonces nos vamos hacia ideologías extrañas y nos desarraigamos de aquello que es más natural, lo que ha existido siempre.
Esta manera de pensar nos puede llevar ideológicamente a una posición muy reaccionaria. Como que la mujer tiene reservado este papel y como que estaría bien que tuviera más de un hijo, ya se puede dedicar a la maternidad toda la vida…
No, no, no. Lo que digo no tiene nada que ver. En el hinduismo la mujer es muy respetada. Puede tener la función de ser madre, pero además, puede ser lo que quiera. Por ejemplo, la India ha tenido presidentas muchas veces y en el gobierno hay muchas, de mujeres. La mujer es activa, pero también tiene este rol. Tiene esta posibilidad que el hombre no tiene. ¡Un mundo de hombres acabaríamos rápido, eh!
Sería donde estamos. ¿Se ha de alzar una persona o un pueblo contra la injusticia? ¿Ustedes favorecen las revueltas contra la injusticia o la gente se ha de cultivar a ella misma y cuando todos estemos cultivados ya no habrá?
Las dos cosas. Hay injusticias contra las cuales hay que crear una reacción, porque hay algunas que no se pueden tolerar. No todo es tolerable.
¿Aceptarían ustedes una revuelta contra una manera despótica de controlar una sociedad?
Claro. Muchas veces estas revueltas podrían ser muy beneficiosas, claro que sí.
¿Qué le queda a usted de catalán?
¿De catalán?
Sí.
Yo creo que mucho. Creo que lo que uno mama, habla, siente en su infancia, le queda dentro. Y aunque he estado treinta años en la India, a mí me decían el swami blanco. Si hubieran sabido que era catalán, me habrían dicho el swami catalán, pero no lo sabían.
¿Cómo ve lo que ha pasado en Cataluña en los últimos años?
Me parece que hubo un momento muy extraordinario, que parecía que podía pasar alguna cosa, pero entonces tenemos una clase política que nos ha traicionado. Nos ha traicionado de una manera muy fea. Y en lugar de retirarse y desaparecer, continúan haciendo el fantasma y yendo a Madrid a cobrar.
Parece usted de Montserrat. Es un monje muy crítico. [Ríe]. Dice usted que no busca a la gente, pero que, si la gente lo busca a usted, lo encuentra. Estamos haciendo una entrevista en un hotel de lujo al lado de la Mina, un barrio pobre y conflictivo que usted debe conocer. Si usted tuviera que ir como monje, ¿qué les diría?
Lo que hablamos ahora.
¿Y le harían caso en la situación en que viven?
Depende. Uno puede ser más pobre o más rico. A veces es más miserable el rico que no el pobre. ¿Alguien en la Mina escucharía a este swami? Si en su vida le faltara algo y dijera: «A ver, qué es esto», yo le diría: «Prueba de estar en estadios de no pensar, si puedes. Y ve observando, y aquí se abre un camino». Y esto tanto se lo diría a un quinqui o a una persona muy pobre de la Mina o a alguien muy rico, que le sobra de todo.
Pero una persona con una cierta formación cultural, económicamente más tranquila, es mucho más abierta a según qué reflexiones que no una persona que ha de sobrevivir cada día en un medio hostil…
Posiblemente. Hay un gran mahatma hindú que decía: «Primeramente está el estómago y después, Dios». Primeramente, has de resolver una serie de problemas. Estoy totalmente de acuerdo. Si tienes hambre, no me expliques nada de la meditación. Sentido común.
Gracias, swami catalán. Es también un adagio latino bien conocido, atribuido a Aristóteles, que enseñaban antes en las escuelas: Primum vivere, deinde philosophari.