La meditación tántrica, en su autenticidad
El camino yóguico está lleno de técnicas y aproximaciones de gran profundidad que provienen del tantra. Swami Satyananda Saraswati, quien enseña las bases de este camino desde hace más de 30 años, nos introduce en su esencia en esta entrevista.
¿Qué es el tantra?
La palabra sánscrita tantra significa “aquello que expande el conocimiento”. El tantra es una visión del cosmos y de uno mismo. Es el reconocimiento de que el cosmos es la bella manifestación de la shakti, el poder cósmico del Absoluto. Este mismo poder reside de forma latente en el ser humano y se le denomina kundalini shakti. El tantra aspira al despertar de esta energía para que el yogui viva su plena potencialidad. Reconocer la divinidad de esta shakti (energía) en uno mismo y en todo, y llegar a la plena comunión entre la esencia del todo y la propia esencia es la meta del tantra.
¿Dónde encontramos su origen?
En un tradición milenaria que es parte central del hinduismo y que, aunque fundamentado en los Vedas, se basa en los Agamas, escrituras de gran antigüedad. El tantra ha ejercido un gran impacto en la mayoría de escuelas del hinduismo tal y como lo conocemos hoy en día. Aporta nuevas técnicas y aproximaciones yóguicas de gran profundidad y poder que llevan hacia la trascendencia. La ciencia de los mantras, los yantras y muchos de los rituales hindúes se originan del tantra.
¿En qué se basa la meditación tántrica?
El tantra proporciona un sistema elaborado de sadhanas, o prácticas yóguicas, cuyo objetivo es que el aspirante recupere su estado real, el estado de unidad con el Todo. La meditación (dhyana) es una parte importante de ellas.
El Vijñana Bhairava Tantra es un texto fundamental del siglo IX en el que Shiva, como guru, instruye a la Devi (diosa) y le imparte 112 contemplaciones (dharanas) para llegar a la experiencia de la Realidad Suprema. Todas ellas quieren llevar la mente al espacio de no-concepto que trasciende al mismo meditador y lo meditado, conduciéndole al reconocimiento de su esencia trascendente.
En estas meditaciones encontramos distintas técnicas como el mantra, la respiración, mudras, bandhas, contemplaciones como generar un vacío en la mente, sentir el universo como vacío, meditaciones en distintas partes del cuerpo, la concentración en la inmensidad del cielo; en experiencias sensoriales como el gozo o el dolor…
¿Nos podría guiar por una de estas meditaciones?
Una de estas dharanas es la siguiente. Shiva expone: “Tras posar su mirada en un objeto cualquiera, lentamente el yogui debe retirar la atención junto con cualquier pensamiento; de este modo ¡oh Diosa!, se convierte en un templo vacío”.
El aspirante se concentra plenamente en un objeto externo con total atención, toda la atención está en el objeto. Ahora hay un momento importante: lentamente esta plena atención deja de estar en el objeto y se dirige al sujeto, a la mente del meditador libre de todo pensamiento y concepto, al testigo.
Tal como dice Shiva en el verso, ‘de este modo se convierte en un templo vacío’, es decir, reconoce el espacio de plenitud que existe más allá de los cambios de la mente, y el practicante descansa en su propia plenitud.
Esta contemplación sería cercana a la visión de samadhi que Patañjali expone en los Yoga Sutras.
Ciertamente, el yogui se concentra plenamente (dharana), entra en el proceso de meditación (dhyana) y desaparece en la Conciencia una (samadhi). Hay dharanas que podemos sentir muy cercanas, otras nos pueden parecer lejanas . Shiva, en su gran compasión, nos da esta gama de meditaciones para abarcar los distintos temperamentos de los aspirantes. Siguiendo la esencia del tantra, estas contemplaciones siempre deben ir acompañadas de la emanación de shakti del maestro para que fructifiquen plenamente.
¿Cuál es la esencia del camino del tantra?
Es la comprensión de que estamos sumergidos en la divinidad; estamos siempre viviendo en ella. Podemos citar otra de las contemplaciones del Vijñana Bhairava: “Adonde sea que la mente vague, ya sea fuera o también dentro, ahí está la condición de Shiva. ¿Y a dónde más podría ir si Shiva lo colma todo?”. Cuando por medio de estas prácticas el yogui va más allá de la mente conceptual y dual, entra en el estado de Shiva, el Absoluto.
El trabajo del aspirante ante esta sublime enseñanza es, por medio de la intensidad de su práctica, destruir los conceptos de su mente que le llevan a percibir un mundo dual, impidiéndole reconocer la presencia divina en todo. Es aquí donde sin una intensa y total transformación del individuo, el tantra no puede dar fruto. Esto conlleva la iniciación del maestro (diksha), la práctica (sadhana) y una intensa aspiración (mumukshutva).
¿Cómo podemos adentrarnos en este camino poderoso?
Si algo hay importante en el tantra es la necesidad del maestro y de la iniciación (diksha), que conlleva una transmisión energética, una potenciación de la shakti en el buscador. Hay muchas sutilezas que no pueden ser comunicadas en papel.
Desafortunadamente hay una comprensión muy errónea del tantrismo en Occidente, donde terapias puramente sexuales se presentan como tantra. A veces la senda del tantra se entiende como puro hedonismo o un camino sensorial. El camino tántrico auténtico conlleva abstenciones y una rigurosa disciplina para llevar al individuo más allá de la apariencia de la individualidad; por lo que el yogui no puede estar apegado al mundo sensorial, ya que sería un gran obstáculo. La unión entre Shiva y Shakti tiene lugar en el interior del yogui, reconociendo en sí mismo un estado de absoluta dicha y plenitud. Para el tantra, todos sin excepción, somos en esencia conciencia, libertad y dicha.