AMÍNDOLA DE L’AMETLLA

Swami Satyananda Saraswati

Swami Satyananda Saraswati

Observemos la dieta, que sea respetuosa con los seres vivos, que no promueva la violencia; busquemos espacios donde podamos ir más allá del pensamiento: es la filosofía del hinduismo.

 

Swami Satyananda Saraswati, en la comunidad de la Ametlla del Vallès. Foto: C. Prat

Entrevista a Swami Satyananda Saraswati A L’AMINDOLA, el julio 2021, núm. 39 A CURTA DISTÀNCIA por Maria Clara Prat i Roig

En un rincón tranquilo de la Ametlla, donde convive desde hace unos cuatro años con una pequeña comunidad, me recibe Swami Satyananda Saraswati. De origen granollerino, siendo muy joven oyó hablar del hinduismo por parte de un profesor y enseguida se sintió atraído por la filosofía hindú; este hecho le cambió la vida.

¿Qué significa Swami Satyananda Saraswati?

Swami es un nombre de respeto en la India, significa «maestro» o «monje». Cuando una persona dedica su vida plenamente a la contemplación, a la meditación y al estudio, se le da el nombre de swami.
Satya quiere decir «verdad» y Ananda quiere decir «dicha». Satyananda significa, pues, «la dicha de la existencia absoluta o de la verdad». Saraswasti es el nombre de la diosa del Conocimiento y de la Sabiduría; también es el nombre de la orden monástica a la que pertenezco. Este es el nombre que recibí cuando me iniciaron en el año 1980.

¿Qué significado tiene el vestido que lleváis, todo de color naranja?

En el hinduismo el color naranja es el símbolo de la pureza; por tanto, es una manera de recordarte constantemente que hace falta vivir en un estado lleno de luz y claridad.

¿Podría explicar cuál ha sido su trayectoria espiritual?

Oí hablar del hinduismo de joven en una clase de religión. El profesor me dejó una copia de la Bhagavad Gita y me sentí fuertemente atraído por esta filosofía. Empecé a practicar yoga, meditación y me hice vegetariano. Más adelante sentí la necesidad de encontrar un maestro, un guía, y a los veinte años viajé a la India por primera vez.
Una vez en la India comencé una búsqueda espiritual, viajando por muchos ashrams (comunidades) y monasterios, conocí al Dalai Lama y a otros maestros budistas, así como yoguis y maestros de diferentes escuelas hindúes. Finalmente, en el centro de la India, en Maharastra, encontré a mi maestro, Swami Muktananda.
Viví en su ashram durante unos meses y noté una inmensa transformación interior. Volví a Granollers, pero seguí pasando largas estancias con él hasta el año 1980, cuando me inició y me dio el nombre de Swami; yo tenía entonces 25 años.
En el año 1982 mi maestro dejó su cuerpo y en mi interior sentí que tenía que retirarme para asimilar toda la enseñanza que me había dado. Viajé a la India y, después de unos meses de peregrinaje, llegué a Arunachala, una montaña que se considera sagrada del sur de la India. Sentí tal conexión con este lugar que viví allí unos veinticinco años.
En 1990 mi padre enfermó y regresé para estar con él y acompañarlo en el momento de su muerte. Entonces un grupo de personas me pidieron si les podía enseñar el hinduismo, la meditación y el yoga, y acepté. Volví a la India, pero cada dos o tres años hacía una visita en Catalunya y en España para enseñar el hinduismo. En 2010 sentí que mi lugar era aquí, y ya no sentí la necesidad de volver a la India.
Actualmente hago viajes ocasionales, también viajo a México y a Argentina, donde enseño a grupos importantes de personas que siguen el hinduismo. Hace cuatro años vine a vivir en la Ametlla y creamos una pequeña comunidad.

¿Cuáles son los preceptos más importantes del hinduismo?

El Universo es sagrado. La totalidad de la vida es también un acto sagrado. El respeto y la compasión hacia todas las personas, los animales y la naturaleza… Hace falta descubrir también esta sacralidad dentro de nosotros. Vivir en presencia, conciencia, tener una gran ética. Más profundamente, hace falta ir más allá de la mente y encontrar espacios de silencio donde el pequeño yo desaparece en la Gran Existencia que todo lo envuelve.

¿Qué es la Asociación Advaitavidya?

La asociación surgió del anhelo de un grupo de personas de practicar y difundir la filosofía y práctica del hinduismo en Catalunya. Creamos esta asociación para dar nombre a las actividades y también porque publicábamos libros en esta tarea de difusión, estudio y contemplación. De aquí surgió ediciones Advaitavidya.

La palabra advaita significa «no-dualidad». El advaita es un sistema filosófico hindú que enseña que solo hay una única existencia, una esencia que algunos llaman Divinidad, y que todos los seres tenemos esta misma esencia. Vidya quiere decir «conocimiento», así que la palabra Advaitavidya significa «conocimiento de la no-dualidad».

La pandemia está sacudiendo mundialmente el sistema de vida frenético e insostenible que tenemos. El confinamiento ha hecho que forzosamente hayamos tenido que quedarnos encerrados en casa. Este hecho ha provocado que algunas personas empiecen a mirar hacia su interior; otras, pero, se encuentran perdidas… ¿Cómo les puede ayudar el hinduismo?

El hecho de haber tenido que quedarnos en casa durante unos meses, a algunas personas les ha hecho descubrir que existe un espacio de dicha y plenitud en nosotros mismos. Que no por consumir más o por el éxito externo seremos más felices. Que en las cosas más sencillas hay una gran belleza, si sabemos observar.

A otro nivel, la pandemia nos ha hecho ver que los gobiernos democráticos en quien confiamos se pueden volver dictatoriales de repente, exigiendo a la gente que no abra sus comercios o restaurantes sin darles las ayudas necesarias para sostenerse. Prohibiéndonos también salir de noche o de madrugada, reunirnos con amigos y ni siquiera ver a nuestros familiares cercanos. Todo esto usando los poderosos medios de comunicación «oficiales» que han generado durante más de un año una inmensa sensación de miedo que no ha sido beneficiosa para nadie. Por no decir que también se han censurado muchas noticias, se han ocultado remedios alternativos y se ha silenciado a todos aquellos que tenían otra visión sobre lo que estaba pasando.

También ha sido un recuerdo de que el sistema de consumismo, usura y complejidad tecnológica en el que vivimos está exhausto, y que es urgente encontrar otra forma de vivir en la cual el ser humano esté en armonía con la naturaleza y el cosmos. Ninguna sociedad como la actual había tenido nunca tanta gente con depresiones y problemas mentales, por no hablar de los suicidios diarios. Hace falta un cambio total de paradigma que vaya mucho más allá de las ridículas medidas «ecológicas» que se nos proponen desde el ámbito gubernamental. Hace falta un cambio radical de vida y de conciencia.

«Si el ser humano cambia, la sociedad cambia; son nuestras negatividades las que se manifiestan fuera». Esta es una frase suya. ¿Piensa que esta crisis mundial es una oportunidad para hacer un cambio humano y de la sociedad?

Cuantas más personas hagan un cambio interior, más repercutirá socialmente. Estamos muy condicionados por los medios de comunicación controlados por los grandes lobbies de poder mundiales, pero, aun así, tenemos que ser optimistas y tratar de vivir en el contentamiento y la dicha pase lo que pase, teniendo pocas expectativas en los sistemas políticos existentes.

El futuro está en los niños y los jóvenes. ¿Piensa que se tendrían que enseñar más herramientas espirituales para formar a los niños y jóvenes como personas más felices y que puedan vivir en armonía?

Se tendría que formar a personas que destacasen en excelencia, ética, fortaleza interior, sabiduría y honestidad. Tenemos un sistema educativo que quiere «peones» para producir y consumir, y que no sean capaces de cambiar radicalmente el sistema existente. El sistema educativo actual no está hecho para crear personas libres. A pesar de todo, la tarea del profesor es preciosa e impresionante. Es una profesión vocacional muy importante, pero muchas veces el mismo sistema educativo limita sus posibilidades.

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