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Las Upanishads del Yoga, una enseñanza milenaria siempre viva

Las Upanishads del Yoga, una enseñanza milenaria siempre viva

Las Upanishads del Yoga son poco conocidas y existen escasas traducciones a las lenguas occidentales. Swami Satyananda Saraswati nos introduce a esta enseñanza que conduce al yogui al reconocimiento de su plenitud.

Con su conocimiento de la tradición hindú, la filosofía del yoga, el Advaita Vedanta y el Shivaísmo de Cachemira, Swami Satyananda Saraswati enseña regularmente de forma pura, vivenciada y directa, tal y como se ha transmitido tradicionalmente, de gurú a discípulo. Hoy responde a nuestras preguntas:

¿Qué son las Upanishads?
Las Upanishads son el corazón mismo del hinduismo. Son la parte final de los Vedas y tratan sobre el conocimiento de nuestra esencia, el atman. Exponen el camino que nos conduce a la plenitud de nuestro Ser.

Tradicionalmente se considera que hay 108 Upanishads de gran relevancia; de estas, diez se consideran las más importantes, ya que fueron comentadas por Shankara, Ramanuja, Madhva y otros grandes sabios.

¿Y específicamente las Upanishads del Yoga?
Las Upanishads del Yoga son un grupo de unas veinte Upanishads que exponen específicamente el recorrido del yogui en su proceso hacia la liberación. Tratan en profundidad de las distintas prácticas y estadios en el camino, y aportan claridad en temas como la concentración, la meditación, el silencio de la mente, los estados de absorción interior, la contemplación en la no dualidad, el samadhi, el proceso de purificación, el cuerpo sutil, kundalini, el mantra, el sonido interior o nada, asana, pranayama y otros aspectos del camino del yoga. Estos textos se consideran auténticas joyas y son una valiosa guía para nuestra práctica.

¿Qué Upanishad sería la más idónea para introducirnos en esta enseñanza?
Tradicionalmente se empieza con el estudio de la ‘Katha Upanishad’, texto que narra el diálogo entre el joven Nachiketa y el gran maestro Yama. Encontramos en ella los siguientes versos de gran belleza:

“El Ser supremo, que se halla oculto en todos los seres, no brilla hacia el exterior; pero puede ser visto por los sabios por medios de sus intelectos concentrados y sutiles”.

“El sabio debe fundir su palabra en su mente, y su mente en su intelecto. Debería luego fundir su intelecto en la mente cósmica, y la mente cósmica en el Ser Supremo”.

“¡Levántate! ¡Despierta! ¡Acércate a los grandes (sabios) y aprende de ellos! El sendero es estrecho como el filo de una navaja, así lo dicen los sabios”.

Es importante recordar que tradicionalmente uno no estudia estos textos por su cuenta, ya que el buscador puede adquirir comprensiones incorrectas o incompletas. En el hinduismo se da gran importancia a escuchar la enseñanza del maestro, shravana. En esta escucha existe una transmisión de sapiencia y la bendición del maestro. Luego, cuando el aspirante continúa estudiando el texto después de haberlo oído, el texto para él, ha cobrado vida.

¿Cómo se desarrolla su narrativa?
La enseñanza de las Upanishads suele expresarse como un diálogo entre un maestro y un discípulo. La estructura de sus textos es muy variable y muy libre en su expresión; a la vez es muy sencilla, pero metafísicamente muy elevada. Conocer en cierta medida las bases del hinduismo ayuda a comprender la profundidad de su enseñanza. Ciertas Upanishads presentan su sabiduría por medio de historias, diálogos entre sabios ascetas y reyes; narraciones de la creación del cosmos, entre otras. Existe una amplia libertad en su forma de expresión.

En la ‘Chandogya Upanishad’ hay una historia muy conocida: Shvetaketu había regresado a su casa después de doce años de estudio con un maestro. Su padre Uddhalaka, un hombre sabio, percibió en su hijo un cierto engreimiento y falta de humildad, debido al conocimiento adquirido y no asimilado adecuadamente. Para probarlo, Uddhalaka le preguntó: “¿Conoces Aquello que una vez conocido no queda nada por conocer?”. Shvetaketu, sorprendido, no supo qué responder. Y le dijo a su padre que sus maestros seguramente no lo sabían. Al cabo de unos días, con una actitud humilde, Shvetaketu pidió a Uddhalaka que le enseñara acerca de esto.

Uddhalaka le enseñó de forma sencilla y muy profunda. Le pidió que llevara un vaso de agua. Luego le pidió que echara sal en el agua y que la moviera hasta que se disolviera. Al rato le preguntó: “¿Puedes ver la sal en el agua?”. Shvetaketu respondió: “No, no puedo verla, se ha disuelto”. Y su padre y guru Uddhalaka le dijo: “De la misma manera en que la sal está presente en esta agua aunque no se vea, así el atman está presente en todo lo que existe”.

Según la enseñanza de las Upanishads, ¿cómo podemos llevar a cabo la práctica diaria de meditación sin que se convierta en un acto mecánico?
La meditación es el centro al cual llevan todas las prácticas espirituales. El hatha yoga, el kirtan, la concentración y el estudio, entre muchas prácticas más, son soportes para que la energía de los sentidos y la mente vayan hacia el interior.

El yogui toma conciencia de que los momentos de meditación son momentos muy sagrados. Para la práctica, prepara su cuerpo y lo siente limpio y puro, así como también su ropa. Se sienta en su asana o cojín de meditación, con actitud de entrega y humildad para permanecer en sí mismo. En este proceso, a veces puede ayudarnos escuchar algunos mantras, mirar la imagen de nuestro maestro o de algo que nos inspire, leer un texto sagrado o hacer pranayamas.

“Agradezco al cosmos que me da la oportunidad de tener este momento conmigo mismo, honro mi propia y sagrada existencia y, habiendo generado una actitud abierta y sacralizada, dirijo mis sentidos y mi mente hacia el interior”.

En la meditación intentamos entrar en el espacio en que simplemente “somos”. El espacio en el que no queremos lograr nada, sino que simplemente estamos sentados amorosa y tranquilamente en total presencia, observando el silencio anterior al pensamiento. La ayuda de las prácticas mencionadas anteriormente hará que nuestra meditación sea más fácil y profunda, y podamos acceder al espacio de no pensamiento. Cuando esto sucede, el gran silencio se manifiesta y el yogui reconoce la total plenitud en su corazón. Esto es el fruto de la práctica constante llevada a cabo durante largo tiempo con respeto y amor. En lenguaje yóguico, esta perseverancia se denomina abhyasa. Todo este proceso, está minuciosamente detallado en las Upanishads del Yoga.

La purificación del yogui lleva al despertar de su energía kundalini y esta, al reconocimiento de su esencia. ¿Podría explicar sobre el proceso de la meditación, kundalini y realización?
Cuando el practicante puede sostener una meditación profunda y tiene la gracia de su maestro, el despertar de la energía kundalini tiene lugar de forma natural. Este despertar conlleva una transformación interior profunda, ya que la naturaleza de kundalini shakti es purificarnos y llevarnos a la máxima expresión de la plenitud.

Kundalini nos conduce a la trascendencia de la limitación y al reconocimiento pleno de lo que Somos. Las Upanishads del Yoga tratan específicamente de esta purificación y transformación.

Para finalizar, ¿podría compartir alguna cita de las Upanishads del Yoga?
Una de las Upanishads del Yoga, la ‘Amritabindu Upanishad’, dice:

“La mente es la única causa de la esclavitud y de la liberación de los seres humanos. La mente apegada a los objetos de los sentidos conduce a la esclavitud. La mente que está libre del apego a los objetos, nos libera”.

“El estado supremo es cuando la mente se mantiene firmemente en el corazón, habiendo abandonado todos los apegos a los objetos de los sentidos. Allí, la mente alcanza su auténtica naturaleza, el Ser”.

“Controla la mente hasta que se funda en el corazón, esto es sabiduría, esto es meditación; el resto son palabrerías”.

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